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El altruismo, definido como la preocupación desinteresada por el bienestar de los demás, puede llegar a ser una fuerza poderosa para promover el bien y tiene el potencial de llevar a la humanidad a otro nivel. Ante la adversidad y los desafíos, es fácil sucumbir a sentimientos de desesperación o desesperanza, sin embargo, es durante estas épocas justamente que el espíritu humano brilla más y la bondad y la solidaridad salen a flote.
En Israel, país golpeado por la pérdida y el dolor tras el brutal ataque terrorista de Hamás en el que miles de civiles inocentes perdieron la vida o fueron secuestrados, ha habido una impresionante ola de solidaridad y bondad. En Goodnet recopilaron ideas inspiradoras que buscan activar el espíritu e inspirar a las personas a poner en práctica el altruismo incluso en momentos tan difíciles como los actuales.
El poder transformador de Hacer el Bien
Shari Arison, empresaria, filántropa y creadora del Día de las Buenas Acciones, cree que “hacer el bien tiene el poder de transformarnos por dentro y luego extenderse en círculos expansivos que impactan positivamente al mundo como un todo”. Las palabras de Arison resumen el impacto profundo que tiene el altruismo en el espíritu humano y como esto afecta, positivamente, al mundo en general. Cuando hacemos el bien no solo mejoramos la vida de los demás, sino que experimentamos también una transformación personal. Hacer el bien nos brinda un sentido de propósito, empatía y conexión con la humanidad.
La transformación de la que hablamos no se limita solamente a nuestro fuero interno, sino que se propaga hacia afuera creando un efecto dominó de positivismo que se extiende y llega mucho más allá del acto inicial de bondad realizado. Lo anterior reafirma la idea que todas las acciones individuales tienen una fuerza impulsora de cambios positivos y demuestra el enorme potencial que tenemos para hacer de nuestro mundo un mejor lugar a través de buenas acciones que realizamos una a la vez.
Abrazar la empatía
La empatía va de la mano con el altruismo y muchas veces si se desarrolla una de estas dos cualidades la otra naturalmente florece. La famosa frase de Hellen Keller “Las mejores y más bellas cosas de la vida no se pueden ver ni tocar, solo se sienten con el corazón” resalta la esencia de la empatía y su relación con el altruismo. Al enfatizar que los aspectos más profundos y hermosos de la vida no son tangibles sino sentidos con el corazón nos recuerda el rol central de la empatía en nuestra concepción del mundo y nuestra voluntad de hacer el bien.
La empatía nos permite comprender las luchas internas de los demás, sentir su dolor y compartir su alegría. Es esa conexión sincera con los demás lo que está detrás del altruismo ya que nos impulsa a acercarnos, a ofrecer ayuda y a lograr un impacto positivo en las vidas de aquellos con quien empatizamos. Abrazar la empatía nos permite, a través de nuestras acciones altruistas, ayudar a otras personas por medio de la compasión y la bondad.
Reconocer nuestra responsabilidad compartida
En épocas difíciles, es fácil centrarse en nuestras diferencias, pero es importante reconocer la responsabilidad compartida. La frase de Maya Angelou: “Todos deberíamos entender que la diversidad es un rico tapiz y que todos sus hilos tienen el mismo valor sin importar de qué color son”, recalca la importancia de reconocer nuestra responsabilidad compartida como piedra angular del altruismo. El mundo es un tapiz tejido con infinidad de hilos diferentes donde cada uno representa un individuo único e irremplazable y el valor de cada hilo no está determinado por su color sino por su contribución al conjunto.
En el altruismo, dicho principio es supremo. Cuando reconocemos que tenemos, como humanidad, una responsabilidad compartida y celebramos la diversidad que enriquece a nuestro mundo, somos más proclives a ser generosos con todos independientemente de sus características o las circunstancias. El altruismo se cultiva y crece cuando el entorno es inclusivo y donde la igualdad de todos los hilos no solamente es reconocida, sino que es aceptada fomentando así la empatía.
Un paso a la vez y de a poco
El altruismo no requiere necesariamente de grandes acciones. Pequeñas buenas acciones pueden lograr un gran impacto. La Madre Teresa expresó esta idea de forma elocuente: “No podemos hacer grandes cosas sino pequeñas cosas con gran amor” El altruismo a menudo comienza con pequeños gestos que tienen un significado enorme y esto nos recuerda que el impacto de las acciones no debe medirse por la grandeza sino por la intención y el amor que invertimos al hacerlas.
Comenzando de a poco podemos lograr cambios positivos en la vida de otros. Muchas pequeñas buenas acciones pueden juntas lograr transformaciones profundas en el mundo. Cada uno de nosotros tiene la capacidad de marcar la diferencia y es el amor y la dedicación que le infundamos a nuestras acciones lo que genera el impacto más profundo.
Ser el cambio que quieres ver en el mundo
La conocida cita de Mahatma Gandhi: “Nosotros somos el espejo del mundo. Todas las tendencias presentes en el mundo se encuentran también en nuestro cuerpo. Si pudiéramos cambiarnos a nosotros mismos, las tendencias del mundo cambiarían. Así como un hombre cambia su propia naturaleza, también cambia la actitud del mundo hacia él”, hace hincapié en la conexión entre el altruismo y la responsabilidad de cada individuo. A menudo, el altruismo comienza con una premisa simple: para hacer del mundo un mejor lugar, debemos primero educar con el ejemplo con valores y acciones que esperamos que los demás posean y realicen.
Al vivir nuestra vida con bondad y empatía no solo logramos una influencia positiva en nuestro entorno inmediato, sino que somos catalizadores de un cambio positivo a una escala más amplia. Nuestras acciones tienen el poder de crear un gran impacto animando a otros a seguir el camino del altruismo y las buenas acciones de manera tal que se fomenta una transformación colectiva hacia un mundo mejor. Gandhi nos enfatiza que para crear un mundo mejor debemos empezar por ser el cambio que deseamos ver en él.
Buscar inspiración en historias de resiliencia
En tiempos adversos, las historias de resiliencia y voluntariado son inspiradoras y nos guían hacia el altruismo. La frase de la escritora Raquel Palacio: “Cuando tengas que elegir entre tener la razón o ser amable, elige ser amable”, resume la esencia de la vida. Estas historias reflejan la extraordinaria capacidad de las personas para superar las dificultades y la adversidad por medio de buenas acciones. El hacer el bien en lugar de hacer justicia por mano propia, nos convierte en un modelo a seguir. Frente a desafíos elegir el altruismo y la empatía puede conducir a resultados notables a la vez que abre el camino a un mundo más compasivo y armonioso.
Conectar con la comunidad
El altruismo se contagia cuando nos conectamos con nuestra comunidad y trabajamos en conjunto para lograr un impacto positivo. Conectarse con personas y organizaciones con ideas afines que comparten nuestra pasión por ayudar, amplifica el potencial de cambio. Margaret Mead nos recuerda con su frase: “No dudes de la capacidad de un pequeño grupo de ciudadanos reflexivos y comprometidos para cambiar el mundo. De hecho, son los únicos que lo han logrado” que a menudo son grupos pequeños de personas los que tienen el poder de crear cambios significativos y duraderos. Al fomentar el sentido de comunidad y trabajar juntos hacia un objetivo en común, podemos tomar ventaja de la fuerza colectiva y transformar intenciones altruistas en resultados tangibles haciendo del mundo un mejor lugar para todos.
El altruismo es un rayo de esperanza en tiempos difíciles. Es una fuerza que logra anteponernos a la adversidad, nos recuerda nuestra responsabilidad compartida y nos inspira a marcar la diferencia.
Este artículo se publicó originalmente en Goodnet y aparece aquí con permiso.
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