
(www.jardinconstanza.com)
¿Alguna vez te has preguntado qué es realmente la abundancia?. Según la Real Academia Española la abundancia es prosperidad, riqueza o bienestar, entonces podemos decir que es un estado de conciencia, una actitud con la que afrontar cualquier situación que nos encontremos en la vida.
A menudo, valoramos nuestra abundancia en base a la cantidad de dinero que tenemos, los metros cuadrados que mide nuestro hogar o el número de amigos o de relaciones sentimentales que mantenemos o hemos tenido en nuestra vida, sin embargo, todos conocemos personas que, aun teniendo gran cantidad de recursos materiales o relaciones interpersonales, se sienten desdichadas y vacías.
El motivo de que haya personas que, a pesar de “tenerlo todo”, se sienten carentes y otras, teniendo mucho menos se sientan abundantes, es porque la abundancia es un estado mental que no depende del contexto, sin embargo, la abundancia, en realidad, consiste en experimentar la profunda convicción de que nunca nos va a faltar nada y que la vida tiene muchas formas de ofrecernos sus virtudes. Esta comprensión incluye reconocer que nosotros, como parte del todo, tenemos la capacidad de ofrecer, recibir y ser una pieza más de la generosa maquinaria de la naturaleza.
Por lo anterior voy a citar una vieja leyenda indígena del amazonas del árbol de la abundancia, que es una mezcla de creencias ancestrales y la representación de la fusión del nuevo y viejo mundo que se ha dado en América.

(www.es.pngtree.com)
Este relato cosmogónico llamado Moniya Amena (árbol de la abundancia), representa la explicación que hace una cultura de su entorno. A través de hechos sobrenaturales tratan de comprender lo natural, en relación con los valores y antivalores y la consecuencia de las acciones. En ellos se ve representada la idiosincrasia de un pueblo, simplificado en los cuatro elementos naturales que se movían gracias a las fuerzas cósmicas del odio, que separa los elementos y el amor que es la fuerza que los une. Bastante útil para hacerse una idea del comportamiento de la sociedad por medio del cual los indígenas Ticunas tratan de dar un poco de sentido a su existencia, fijando un origen donde la arrogancia del hombre sobre el designio de los dioses y las fuerzas de la naturaleza dan nacimiento al río más largo y caudaloso que genera la más grande abundancia del mundo.
El primer instante del relato se fija precisamente en la historia de amor entre Monaya Tiriza, hija del cacique Monaya Jurama y Kuio Buinaima el dios de los frutos y las esencias. Se trataba de la unión de una bella princesa y de una escuálida lombriz que a pesar de su insignificancia era la encargada de abonar la tierra y dar alimento a los humanos. Como toda historia de amor trascendental, ésta no podría estar eximida de obstáculos y prohibiciones. Es así como la reina se oponía fieramente a que la más bella princesa se uniera con un ser tan bajo como una lombriz. Fue tal la ira de la soberana que bañó en agua caliente a Kuio Buinaima, derritiéndolo y extinguiendo con él todos los frutos que brotaban de la tierra.
Entonces la hambruna se cernió sobre la región y sólo la princesa Moniya Tiriza, siguiendo las indicaciones de su amado, se alimentaba de yuca que recogía de las espumas de una quebrada, la misma donde nacería el hijo fruto de la unión de la princesa y la lombriz, un árbol de miles de frutos que crecía aceleradamente y que se llamaría Moniya Amena, o árbol de la abundancia. Este árbol desempeñaría un papel crucial en la salvación de la población frente a la inanición.

(www.ca.pinterest.com)
Ante la escasez de alimentos la gente de todas partes acudía donde el cacique Monaya Jurama a pedirle provisiones situación que aprovecha él para convertirse en el hombre más poderoso de la región. Sin embargo, la depredación de los árboles de todos los frutos pronto se hace evidente y ya no es posible alcanzar ninguno de los frutos.
Decidido a conservar su poder Monaya Jurama convocó a los mejores hombres para dar alcance a los frutos más altos, pero no lo logran, entonces hace un llamado a las bestias, quienes tampoco son capaces de cumplir la tarea.
Finalmente, el cacique decide a través de ritos y plantas contactar a Juziñamui, el padre de la violencia quien le indica donde vive Muinájema, el dueño de las herramientas, con el que negocia un hacha metálica, no sin antes advertirle que al cortar el árbol lo haga caer sobre la tierra.
El cacique malicioso, no sigue las instrucciones haciéndolo caer sobre el lado contrario. Al cortarlo, las astillas se convirtieron en los peces; sus frutos y semillas, en las selvas; sus ramas, en afluentes y se derramó por toda la selva, llenando de vida todos los rincones que solían permanecer secos por la sequía. Los animales se esparcieron, y empezaron a repoblar el bosque y lo que solía ser el gran tronco del árbol, se transformó en un río caudaloso e imponente que regó vida por todo el lugar, era el río Amazonas, el río árbol de los frutos y alimentos, por ello es el árbol de la abundancia.
Este relato nos enseña mucho, dice el refrán que el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones a diferencia del camino del cielo, que se construye con buenas obras.
Ante esto quiero comentar sobre dos artículos impregnados de ese espíritu de buenas intenciones, referidos en esta ocasión al papel de las empresas en la economía global:

(www.youtube.com)
El primer artículo publicado en BCG Perspectives, “Saving Globalization and Technology from Themselves” explica la imperiosa necesidad de que las empresas aborden el reto de una distribución más justa de la riqueza que crean y no por responsabilidad social o por que vayan a conseguir beneficios fiscales, sino porque una sociedad rota por la desigualdad y la incertidumbre se revolverá contra la tecnología y la globalización (citan el Brexit como ejemplo concreto) lo que complicará mucho a las empresas, que verán como los dos pilares sobre los que están construyendo su estrategia se tambalean.
El segundo artículo escrito por Alan Murray y publicado en Fortune se titula “Why Milton Friedman Was Wrong”, y el autor hace hincapié en que no es posible que exista una mayor cultura de responsabilidad social, si la sociedad no implementa acciones concretas, fruto de una mayor sensibilidad social. No todo depende de las organizaciones privadas o públicas; hace falta una colaboración solidaria entre individuos, comunidades, iniciativa privada y gobierno para que la responsabilidad social cobre mayor fuerza y consiga mucha más presencia en la operación diaria.
Creo firmemente en esta necesidad de generar un cambio substancial en la forma en que hacen negocios las empresas, en la que construyen una mejor sociedad haciendo un cambio sobre qué es una empresa y cuál es su fin. Es preciso también que los profesionales cambiemos el chip: no vale con pagar menos impuestos, hay que comprometerse de verdad en construir una sociedad más justa, lo cual no será alcanzable si no lo trabaja el sector privado. Debemos trabajar juntos con el sector público en redefinir el “estado de bienestar”.
Hoy en día nos hemos dejado llevar por la inercia, y cada vez son más las personas que se quejan de la incapacidad de los políticos, de la ineficacia de las ONGs, y que bastante tienen con sacar sus empresas adelante como para meterse en más líos al colaborar por una sociedad más justa. Este pensamiento llevará a las empresas al infierno de un sistema económico que la sociedad se dedicará a destrozar, como ha hecho tantas veces en la historia llena de crisis que terminan afectando a la economía mundial. El camino del cielo es el de pasar de las buenas intenciones a las buenas acciones, el de trabajar en generar riqueza y en distribuirla de una manera más justa y ser el tronco que esparza muchas astillas que generen más buenas acciones.

(www.sofiabrown.com.co)
Todos estamos llenos de buenas intenciones y propósitos, pero lo que realmente produce cambios y moviliza la energía es el paso a la acción, por pequeña que sea, una acción tiene mucho más poder que la más grande de las intenciones. La intención pertenece al mundo de las ideas, lo subjetivo, lo abstracto, mientras que la acción implica lo real, lo físico, lo concreto. Sin acción no hay cambio, la intención sin la acción se queda en nada, la intención es el origen, pero la acción es el elemento transformador.
El Día de las Buenas Acciones y RedSalud Internacional quieren esparcir estas astillas para que sean el inicio y la motivación para generar buenas acciones.
Nuestra representación en el mural del árbol de la abundancia de las buenas acciones nos dará el ejemplo claro de donde había sequía de empresas donantes y financiadores para generar el inicio de buenas acciones para que sean las raíces que fortalezcan a las entidades sociales y públicas que generen afluentes de voluntariado que pasen a la acción llenando de vida todos los rincones que viven en una desigualdad social, para que finalmente, lo que solía ser el gran mundo en crisis de valores, se transforme en un río caudaloso e imponente que riegue vida por todo el lugar, el río árbol de los frutos y alimentos, por ello es el árbol de la abundancia de la responsabilidad social compartida.
Los que creen que pueden cambiar positivamente el mundo, son los que tienen el poder de transformar realidades; porque todo inicia, hablando bien, pensando bien y termina haciendo el bien.