(Fraternidad Universitaria Ápeiron)
Si quisiéramos describir cómo son las calles de América Latina para quien no ha pasado antes por estos lugares, seguramente diríamos que están llenas de gente de todas las edades, hay un sol casi invariable a pesar de las estaciones, mucho color, movimiento, ruido, caos -en algunos casos- y música, pero con mucho pesar, podríamos reconocer en medio de todo eso la infaltable presencia de perros callejeros.
En Bolivia no se cuenta con datos precisos de la cantidad de animales callejeros, sin embargo, el número antes que disminuir va en crecimiento.
Está establecido que la responsabilidad para atender esta problemática queda a nivel municipal, instancias que deberían fijar normativas necesarias para garantizar una tenencia responsable de estos animales por parte de sus dueños.
(Fraternidad Universitaria Ápeiron)
Más allá del marco jurídico y las sanciones que se establezcan al respecto, la presencia de estos animales en la calle es una de las expresiones más desgarradoras del nivel de crueldad que una sociedad manifiesta.
De todas formas, frente a dueños que abandonan a sus mascotas, dejándolos desprotegidos y a riesgo de morir en las peores condiciones, hay personas que, movidas por la compasión ante el sufrimiento de esos seres, buscan ser un aporte hacia la solución de esta problemática social y de salud pública.
Fraternidad Universitaria Ápeiron nace desde la inquietud de jóvenes universitarios para hacer acción social.
Inició con actividades puntuales de un grupo de amigos que se preocupaban por las situaciones de necesidad que veían a su alrededor y se plantearon organizarse para convocar a más personas de modo que esas acciones tuvieran un impacto mayor, lo cual, efectivamente, requiere mayor compromiso de los miembros.
(Fraternidad Universitaria Ápeiron)
El grupo base de voluntarios lo conforman alrededor de cuarenta personas, pero – al ser un espacio abierto – se van sumando más personas (no solo universitarias) y es el deseo de ellos seguir creciendo.
Su propósito principal es ayudar en diferentes causas y marcar una huella tanto en quienes reciben su ayuda como en ellos mismos, a través de los proyectos sociales.
Buscan en sus miembros un crecimiento fundamentalmente a nivel de valores. Ellos consideran que acciones puntuales de solidaridad son fáciles de hacer, pero lograr que la solidaridad sea un compromiso de vida es el desafío. Esto se plasma en la misión que los guía: fomentar una comunidad con los valores de solidaridad, respeto y colaboración con el fin de generar un impacto positivo tanto en la vida universitaria como el entorno social más amplio.
(Fraternidad Universitaria Ápeiron)
La primera actividad que se han planteado este año fue la campaña “Manos que ayudan: alimenta un callejerito”.
Esta idea nació desde la sensibilidad de uno de los miembros fundadores, que desde el amor hacia sus mascotas y frente a la dura realidad que viven animales abandonados en la ciudad de La Paz pensó que podrían organizarse y convocar a otras personas para alimentar a perros abandonados.
Los voluntarios se dividieron en dos grupos para abarcar tanto la zona central como la periferia de la ciudad. Su objetivo era dejar croquetas y agua en lugares donde se encontraban animales abandonados y lograron llegar a cincuenta ubicaciones.
Esta actividad fue un primer acercamiento hacia una realidad visible a los ojos de todos, pero que se invisibiliza porque resulta compleja y eso tal vez es usado como excusa para no hacer nada.
(Fraternidad Universitaria Ápeiron)
Como ellos mismos se han propuesto, no desean que sus acciones sean puntuales, a partir de la experiencia que han tenido se han dado cuenta de que les faltaba información sobre cómo atender situaciones que se podían presentar, por ejemplo, el hecho de encontrarse con perros heridos o muy maltratados, a quién recurrir, de dónde sacar los fondos para auxiliar y cómo lidiar emocionalmente con experiencias tan desgarradoras.
Han decidido realizar la misma actividad en un par de meses y esta primera experiencia les sirve para organizarse mejor, ver como involucrar a organizaciones especialistas en rescate, médicos veterinarios, personas que no puedan participar pero que pueden apoyar de otra forma, así como prever formas de captar donaciones para situaciones imprevistas y ver mecanismos de rendición de cuentas para transparentar el uso de los fondos administrados.
La campaña Alimenta un callejerito no ha resuelto el problema que ocasiona el abandono de animales en la calle, hay muchos actores que deben intervenir y ponerse de acuerdo para resolverlo, aun así, es una situación que debe interpelarnos a nivel individual.
Mientras no hay una solución completa, iniciativas como las que Fraternidad Universitaria Ápeiron ha llevado adelante ponen frente a nuestros ojos el problema y nos ayudan a cuestionarnos qué podemos hacer por seres que no pueden quejarse, hablarnos de su dolor, que cuentan solamente con nosotros ya que no tienen voz.
El mensaje que esta organización quiere dejar luego de la actividad es el siguiente: si en algún momento puedes ayudar a un perrito en la calle, hazlo. Ellos pasan muchas cosas, pasan hambre, frío, a veces no comen varios días y por eso van a buscar alimento a los basureros.
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