El inicio del año 2020 se veía alentador: un año de posibilidades, trabajos, proyectos, metas personales y profesionales. El deseo de compartir más en familia, de viajar, conocer nuevos rincones, de enamorarse y tener una experiencia única. Estos eran los pensamientos que predominaban en las mentes y corazones de una sociedad que deseaba un año nuevo increíble y distinto al anterior. Pero a veces las cosas no salen como lo queremos, y es que el futuro no es muy fácil de predecir.
El mundo entero se detuvo por culpa de la crisis del COVID-19, haciendo que las personas, las organizaciones sociales, el sector empresarial y los gobiernos se replanteen nuevas formas de trabajo para los meses subsiguientes. Una pandemia ha hecho que las sociedades entren en un estado de aislamiento social, y que gobiernos de todo el mundo se planteen medidas para controlar la propagación de este terrible virus. Esto es lo que el primer semestre del 2020 nos ha traído.
Para nadie es un secreto que cualquier planificación, ya sea a nivel personal o profesional, se ha visto interrumpida. Ahora las planificaciones se hacen con muy poco tiempo. El aislamiento social que se vive nos ha hecho pensar más allá de lo cotidiano: la innovación y la creatividad han sido los aliados más importantes para poder seguir trabajando. Para una organización social en Venezuela, donde una crisis política y humanitaria golpea al país desde hace mucho tiempo, no es nuevo tener que planificar sobre la marcha y estar en constate renovación superando obstáculos de último momento. Por eso, la pandemia y el aislamiento social no fueron la excepción.
En el Dividendo Voluntario para la Comunidad, una ONG que se encarga de planificar y ejecutar proyectos sociales en el territorio nacional hace más de 56 años, no nos quedamos sin hacer nada frente a un virus que pone en riesgo a una población ya muy vulnerable. Replantearse la forma de seguir apoyando a las comunidades alrededor de Venezuela ha sido un trabajo duro pero necesario en un contexto donde si la cabeza de familia no sale a trabajar ese día, no hay comida para los miembros del hogar.
Hemos tenido que reactivar los comedores infantiles en muchos estados, donde las comidas se les entregan a los padres para que las lleven a sus casas y así no tener aglomeraciones de personas. Con los voluntarios de la comunidad hemos podido reactivar estos comedores, donde a través de capacitación sobre buenos hábitos de limpieza y protección personal, se sigue apostando por apoyar estas comunidades de gran necesidad.
El trabajo con los hospitales también ha sido muy importante, la grave crisis que vive el sistema de salud público venezolano no permite que estén preparados para atender a los pacientes del COVID-19, y el personal de salud no tiene los insumos necesarios para protegerse y continuar con su labor. A través de empresas privadas y sus voluntarios, hemos podido abordar y donar muchos equipos de protección para estas instituciones de salud que tanto lo necesitan.
Esto es solo un adelanto de las distintas cosas que seguimos haciendo a pesar de las circunstancias, haciendo alianzas con el sector empresarial y con organizaciones sociales locales, tales como FIPAN. No hemos parado ante la contingencia del COVID-19.
Esta es la esencia de un mes de Buenas Acciones distinto a los años anteriores, donde el trabajo en redes sociales ha sido fundamental para concientizar a la población que se quede en casa y en donde los que debemos salir para apoyar a otros, lo hacemos de manera organizada y con responsabilidad. Este 29 de marzo del 2020 será recordado por mucho tiempo, y más para las organizaciones como el Dividendo Voluntario para la Comunidad, porque fue el momento donde el mundo entero se detuvo, pero las buenas acciones no.
Y es que en momentos de crisis, es donde más buenas acciones deben surgir.